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Comentarios literarios

sábado, julio 15, 2006

LA SUBLITERATURA O PARALITERATURA

LA SUBLITERATURA O PARALITERATURA


La subliteratura o paraliteratura es toda literatura degradada y degradante, destinada al consumo de masas, prefabricada con un objetivo básicamente comercial y destinada a satisfacer las aspiraciones insatisfechas del gran público y a manipular los sentimientos humanos. La subliteratura es de mal gusto, y le pasa como a este: todo el mundo sabe lo que es, pero nadie es capaz de definirlo.
La subliteratura está íntimamente emparentada con el kitsch (palabra alemana que significa <>, <>), que empezó a designar las construcciones arquitectónicas cuyas formas repetían las palaciegas de un pasado medieval, renacentista o barroco, con materiales baratos, megalomanía y pésimo gusto. Luego pasó a designar también (en Francia y Alemania) un tipo de literatura sentimental y patriótica, con trama estereotipada y de composición y efectos fáciles. El ejemplo más representativo en España es el de la escritora Corín Tellado, una de las más prolíficas que han existido en la historia de la literatura.
Los límites de dónde comienza y dónde termina la subliteratura son difusos, con serias variaciones en el tiempo, sobre todo si se atiende únicamente a los cambiantes valores estéticos de cada época. Los romances fueron considerados (si se acepta el anacronismo) como subliteratura en la Edad Media, para consumo de <>, según el marqués de Santillana; y hasta hace pocos años entraban dentro del mismo concepto las novelas de detectives, la ciencia ficción, el cómic, la literatura erótica y hasta la infantil. Los críticos, la historia y los lectores terminan por hacer justicia y rescatar las obras que, dentro de estos géneros, deben ser considerados como literatura en letras mayúsculas.
Sin embargo, y a pesar de la casi indefinición del género, sí se pueden dar algunas notas específicas que Humberto Eco aplica a la cultura de masas y H. Bloch al Kitsch, podríamos decir que la metaliteratura:
• Se dirige a un público lector heterogéneo, al que considera como un receptor pasivo de mensajes, con una estética homogénea, repitiendo esquemas previos, evitando las soluciones originales y eliminando las características particulares de cada grupo étnico. Los lectores a los que se dirige no tienen conciencia de pertenencia a ningún grupo social, por lo que no pueden exigir sus derechos, y deben consumir sus productos sin saber qué ideología los soporta.
• Es un fenómeno de puro mimetismo de obras del pasado, degradador, ausente de originalidad y capacidad creadora. Es reiterativo y esquemático, simplifica y trivializa los temas y técnicas de los grandes autores.
• No existen renovaciones estéticas ni de sensibilidad: se limita a homologar el gusto existente de modo conservador. Tiende a provocar emociones vivas, en lugar de simbolizarlas. La manipulación es inmediata, sin posibilidad de respuesta, retroalimentación o análisis. Es un arte que desfigura la realidad, presentándola no como es, sino como se desea o se teme en un mundo convencional. Al autor no se le exige un buen escrito, sino un texto fácil y agradable.
• Obedece a la ley de la comercialidad. Se ofrece a los lectores únicamente lo que desean, y más allá, con el uso y abuso de la publicidad, se sugiere a los lectores lo que deben desear. Cuando hacen alguna propuesta cultural más avanzada, lo hacen nivelando, simplificando, resumiendo y condensando el mensaje, de forma que no provoque ningún esfuerzo de digestión por parte de los lectores.
• Alienta una visión pasiva y acrítica del mundo. El esfuerzo personal para una nueva experiencia queda desalentado. Se centra únicamente en el presente, entorpeciendo la conciencia histórica. Impone mitos, símbolos y arquetipos de fácil universalidad, reconocibles de inmediato, reduciendo al máximo la individualidad. Para ello, utiliza opiniones comunes, reafirmando lo que ya se sabe, con una acción social conservadora, conformista y oficialista. Su función paternalista adopta formas externas de una cultura popular, pero que no surge desde abajo, sino que es impuesta desde arriba, desde grandes empresas con puros intereses comerciales.

La crítica estética hacia la subliteratura es actualmente más difícil de mantener que la crítica hacia su función social conservadora, alienante y descerebrada. A fin de cuentas, en la crítica estética subyace siempre una postura arrogante y clasista que menosprecia el gusto (<> para los críticos) de una gran parte de la población, tachada de inculta, zafia y embrutecida. Edward Shils (Mass society and its culture) se pregunta: <<¿No será más correcto pensar que la cultura de masas es menos nefasta para las clases inferiores que la existencia lúgubre y difícil que llevaban en la época menos evolucionada?>> A lo que Humberto Eco añade: <>
Desde hace algunas décadas, el kitsch, lo cursi y los subproductos artísticos en general han servido como materia prima de elaboración para autores genuinos. Andy Warhol y Costus, en pintura; Manuel Puig y Guillermo Cabrera Infante, en literatura, o Pedro Almodóvar, en cine, han bebido del kitsch, han hecho una lectura crítica deconstructivista, y lo han devuelto al público en forma de nuevas propuestas estéticas de auténtico valor artístico.

El intrusismo literario.

Todo el mundo tiene derecho a escribir y publicar. Partiendo de ese axioma parece imposible designara a nadie como intruso en la literatura. Por intrusismo literario nos referimos no a la conculcación de ese derecho, sino a la falsificación de la literatura con fines exclusivamente comerciales. En este apartado entran los futbolistas, modelos, políticos y <> de revistas del corazón que firman libros que jamás han escrito con el unico fin de aprovechar la imagen pública en beneficio propio y de la editorial que les propone la publicación. Son autores falsos, que habitualmente no tienen nada que decir (aunque sí mucho que vender) y que no han escrito una sola línea. Para ello acuden a los <> literarios, que les escriben el libro, o plagian allá donde fuera necesario. El libro así visto no es un instrumento de evolución y crecimiento interior, sino un puro objeto sin contenido, saturado de obviedades, cotilleos, falsificaciones y estereotipos con un solo objetivo: aprovechar la indefensión de los lectores para que consuman sin preguntas.

UNA SUGERENCIA.

Rebélate contra los contenidos literarios, periodísticos, televisivos y radiofónicos que te parezcan pelmas, tópicos, pedantes, insulsos, intrascendentes… No tienes por qué resignarte a leer, ver y escuchar cuanto caiga en tus manos o reproduzcan los medios de comunicación, ni es imprescindible – ¿por qué iba a serlo?– que te empeñes en llegar al final solo porque ya has comenzado. No te sometas, por ignorancia o pereza mental, a lo pernicioso. Si la literatura hace la realidad transparente, ¿por qué consumirla sin un criterio diferenciador? Deshazte de los libros malos, cambia de canal, y abre otra puerta; hay muchas maravillas esperando. Confía en tu buen juicio y en tu capacidad de discernimiento.

BIBLIOGRAFIA

Antonio Muñoz Molina: Pura alegría, Madrid, Alfaguara, 1998
Vacúnate contra la subliteratura. El miembro más joven de la Real Academia Española, autor de Beltenebros, El invierno en Lisboa, El jinete polaco, Plenilunio y Separad, es también un crítico certero de la literatura y uno de los mejores constructores de novela. En este libro compila una serie de conferencias y artículos periodísticos en torno a la creación.

PONTE A ESCRIBIR.

Un relato malo. Hazlo adrede, acumulando tópicos, desajustando el tono, con diálogos filosóficos, adjetivos y adverbios saturando el texto, sin movimiento, ni coherencia, ni historia alguna que contar. Salpícalo con reflexiones filosóficas y moralinas innecesarias. Los personajes, si es que existen, procura que sean arquetipos de cartón piedra. Ponte sublime, épico, paternalista, metafísico y engolado. Atrévete a ser cursi. Busca los sinónimos más infrecuentes en el diccionario. Recréate en la autocomplacencia y lo melifluo. Cometer errores a conciencia ayuda después a prevenirlos. Y hasta puede que, al final, el relato no sea tan malo. Lo peor que te puede pasar es que sea mediocre.

Sacado del libro “Escribir” de Enrique Páez, Círculo de Lectores.

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"La libertad es lo único que tengo, por eso la guardo bajo llave"

1 comentario:

Unknown dijo...

muy bueno tu articulo, excelente critica le doy.

Comentarios

No hay necesidad de templos, no hay necesidad de filosofías complicadas. Nuestro propio cerebro, nuestro propio corazón, es nuestro templo. Mi filosofía es la bondad. Dalai Lama

seres humanos

Los seres humanos no nacen
para siempre el día en que sus
madres los alumbran,
sino que la vida los obliga
a parirse a sí mismos una y otra vez.

Gabriel García Márquez (1927-?)


Porque escribí