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sábado, junio 30, 2007

Presentación de Memoria de un juego


LA ESPERA Y EL DESEO


Juan Cameron

En el doceavo poemario la poeta Ingrid Odgers apuesta a una obra de género y propone la narración del deseo y de la espera, el furor del encuentro y el retorno a la ausencia natural del individuo. Sólo que, en este caso, la imagen esperada parece ser la de la palabra o la del motivo creador del texto artístico, escondida bajo una metáfora que considera tanto los aspectos del conocimiento, como la explícita cuestión del género.

La palabra es un acto de amor, no cabe duda. Y el deseo por ella, nos lo dice Ingrid Odgers, se convierte en el oficio y el objetivo de la existencia. Preocupación constante en nuestros creadores -véase por ejemplo a Óscar Hahn en su Arte poética o al hiperbólico Gonzalo Rojas - en Ingrid deja una mancha transversal frente a la cual los objetos resultan una mera sucesión de nombres, nada más. Enumeración caótica, si se quiere, las cosas del mundo constituyen apenas el registro vivencial, las huellas sobre la arena que a través del tiempo permanecen, como simples sombras o cenizas, para dar cuenta nuestro paso: “árbol y hoja/ pandero y flauta/ todo sucumbe al tono y al ritmo”.


Tal vez para medir el alcance de la palabra, en este mundo actual vaciada ya de significado, sea necesario volver a la filosofía, volver a pensar a través de ella. ¿Y cómo hacerlo si su lámpara fue extinguida y esa luz secreta apenas alcanza para algunos pocos elegidos? Para Ingrid el secreto no le es ajeno: “enamorada de los enigmas y del juego/ escudriño los rincones/ el guión parece real/ pero no tiene ninguna semejanza/ con la atmósfera que respiro”… En el claroscuro de su gabinete comprende que tal enumeración no es caótica por pertenecer, los sustantivos expuestos, a un orden distinto; sino por constituir el reflejo de este sin sentido. En definitiva, parece que la poesía perdió frente a la filosofía el rol de policía ético de la sociedad. Para ella, lo dice, no es más que una marca invisible que a nada la vincula, “una práctica que parte de una sombra/ un destino no elegido”.


El hermoso Walter Benjamín, poco antes de su injusta partida y de habernos relatado la belleza de París a pesar de la ocupación, aclaraba: “el lenguaje de esta lámpara, por ejemplo, no comunica esta lámpara (pues la esencia espiritual de esta lámpara, en cuanto comunicable, no es en absoluto la lámpara misma), sino la lámpara-del-lenguaje, la lámpara-en-la-comunicación, la lámpara-en-la-expresión”. Nunca será en vano el esfuerzo de la poesía por rescatar la ubicación que tuvo, desde el canto y el pandero, en la casa de la Historia.

Y nunca será en vano, tampoco, este magnífico intento de Ingrid Odgers por rescatar el oficio de la palabra desde la niebla y el abismo.


El deseo, sabemos, germina desde la ausencia; y de aquella nace una vez más el deseo. La búsqueda de la palabra será su propio oficio y su utopía pues, sino, “este poema no tiene columna vertebral/ lo devoraron los trenes/ el ulular del viento (…) los álamos del hastío”. Vendrá, qué duda cabe, y se irá tal como se han ido los nombres de las cosas, el significado del sentido, con cuyas letras, ínfimos signos de esta palabra, se escribe también el término destino. Esta es la clave encerrada en la Memoria de un Juego. Será tarea del lector descubrirla una vez más.







Comentarios

No hay necesidad de templos, no hay necesidad de filosofías complicadas. Nuestro propio cerebro, nuestro propio corazón, es nuestro templo. Mi filosofía es la bondad. Dalai Lama

seres humanos

Los seres humanos no nacen
para siempre el día en que sus
madres los alumbran,
sino que la vida los obliga
a parirse a sí mismos una y otra vez.

Gabriel García Márquez (1927-?)


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