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Comentarios literarios

jueves, junio 05, 2008

Juego y lenguaje

Recurriendo nuevamente a las definiciones del diccionario, encontramos por «Juego de palabras» lo siguiente : "Artificio que consiste en usar palabras, por donaire o alarde de ingenio, en sentido equívoco o en varias de sus acepciones o en emplear dos o más que sólo se diferencian en alguna o algunas de sus letras." (Diccionario de la Real Academia, p.779).

El lenguaje y el juego mantienen estrecho parentesco entre sí; ambos representan la realidad, la trasponen; son su ficción. El juego y el lenguaje serían, pues, el anverso y el reverso de una misma actividad, consistente en distanciar lo real mediante la ficción. El lenguaje corresponde al orden del juego, es un sistema de reglas carentes de sentido, pero necesarias. Y el juego es lenguaje. A propósito escribe Joseph Leif:
El gran poder de las palabras consiste en brindarle a la acción la posibilidad de desinsertarse. La acción lúdicra trae al lenguaje la observación de lo concreto. Ni la acción ni el lenguaje olvidarán totalmente su origen común, cuando se separen diversificándose, en la lengua de los poetas dando la espalda al lenguaje científico y el juego oponiendose al trabajo. La poesía vuelve a la infancia al hacer que las palabras jueguen con la sintaxis. Y más allá del trabajo impuesto al lenguaje por la sintaxis experimental, la actividad lúdrica alimenta los sueños de los sabios como "modelos" explicativos del universo. De que lo lingüístico no sea sino la otra faz del "ludismo" hallaremos indicios, cuando no pruebas suplementarias, en dos hechos, corriente el uno, paradójico el otro. El primero reside en la naturaleza del palcer que a veces surge en el auditorio de una conferencia y que se parece mucho al júbilo del juego. J. Ditte explica ese fenómeno diciendo que "por la mediación del lengaje se establece la relación. Es nuestro juguete, el que nos es común; posee estructura convencional, objetiva, pues, y cada uno de nosostros la capta a su manera. Entre una fusión total y una separación que conduciría a la ruptura, vive el placer de la relación". El segundo consiste en el discurso inaugural de Michel Foucault en el Colegio de Francia, que tenía como tema la imposibilidad del discurso. Finalmente, los surrealistas, con los cuales el círculo se cierra, no lograron atraer la atención del público hacia el "ludismo" exacerbado que le imponían al lenguaje sino entregándose a las "farsas" más desmesuradas y provocadoras. (p.44).
También los poetas "juegan", prolongan -más allá de la infancia- el poder de cambiar el orden de las palabras y alterar la sintaxis. Operación significante, ya que, en la transgresión de la palabra común se iluminan ciertas regiones poco accesibles del ser. A través del poema, la poesía le ofrece a la gracia del juego una posibilidad de sobrevivir. El juego se opone a la actitud trágica, nutrida por la impotencia ante las determinaciones exteriores y por la angustia proveniente de la incomunicación. Del juego brota la fuerza necesaria para instaurar un orden humano, el reino de la libertad y la fraternidad.

Si la condición del juego es el rescate de la libertad perdida en el mundo, entendemos porque Julio Cortázar definió la poesía como juego:
Digo juego con la gravedad con que lo dicen los niños. Toda poesía que merezca ese nombre es un juego , y sólo una tradición romántica ya inoperante persistirá en atribuir a una inspiración mal definible y a un privilegio mesiánico del poeta, productos en los que las técnicas y las fatalidades de la mentalidad mágica y lúdica se aplican naturalmente (como lo hace el niño cuando juega) a una ruptura del condicionamiento corriente, a una asimilación o reconquista o descubrimiento de todo lo que está al otro lado de la Gran Costumbre. El poeta no es menos «importante» visto a la luz de su verdadera actividad (...) porque jugar poesía es jugar a pleno, echar hasta el último centavo sobre el tapete para arruinarse o hacer saltar la banca. Nada más riguroso que un juego; los niños respetan las leyes del barrilete o las esquinitas con un ahínco que no ponen en las de la gramática. (Ultimo Round, p.65-66)
La relación juego-lenguaje nos conduce en primera instancia, hacia la poesía. De nuevo nos sale al encuentro la voz de Martin Heidegger en cuyos escritos existe una misteriosa proximidad entre el pensamiento y la palabra poética. Y el autor parece insistir repetidamente, en aclarar esa proximidad sin aclararla ; preciso y hermético, su decir que lo dice todo y parece no decir nada.

Pero es que la geometría del pensar heideggeriano no es la línea, sino la espiral y el círculo; no es la respuesta y la conclusión, sino la pregunta y el asombro. El camino de este pensar no nos conduce de un punto a otro sino de lo mismo a lo mismo, es una "senda perdida" en el bosque, "Holzwege": caminos que no llevan a ninguna parte. Porque el pensar es una marcha hacia la proximidad del origen, un aprendizaje no de lo nuevo sino de lo ya vivido, un hacer memoria: "Retornar a la patria". Pero estas cosas en virtud de su proximidad son las más lejanas e inaccesibles. La esencia de la cercanía aparece en acercar la cercanía al dejarla a distancia. La cercanía al origen es un misterio. Pero si entonces retorno a la patria significa llegar a estar en casa en la cercanía al origen, ¿no debe consistir ante todo y quizá largo tiempo la llegada a casa en conocer el misterio de esta cercanía o incluso en aprender a conocerlo? Pero nunca conocemos un misterio a fuerza de desvelarlo y descomponerlo, sino únicamente por resguardar el misterio en cuanto misterio. ("Retorno a la Patria/Los Parientes" en Interpretaciones sobre la Poesía de Hölderlin, p.45)

El "origen" es lo reservado, lo que no se conoce por medio del análisis sino de la revelación.

Si juzgamos este pensamiento con base en criterios lógicos el resultado no será afortunado. Hay que aceptar previamente, por tanto, que la reflexión avance a través de la multiplicidad inherente al sentido. El pensador auténtico es aquel que es capaz de escuchar la voz silenciosa del Ser para "mostrarlo" y no de-mostrarlo. Y también el poeta.

¿ Qué es poesía?. El "discurso poético" debe tener como función propia la revelación de la existencia, es decir, la revelación de la esencia misma del hombre. En principio, la poesía establece una estrecha relación con el hombre y el lenguaje. Pero Esencia no significa aquí un concepto general, abstracto y universal. La esencia de la poesía se confunde con su realización concreta, con su existencia histórica. Los elementos invariables que pudiéramos sustraer de la comparación de las obras de los grandes poetas no nos dirían nada sobre la esencia "esencial" de la poesía. Es por esto que Heidegger escoge mostrar la esencia de la poesía a partir de un poeta: Friedrich Hölderlin.

Ahora bien, el lenguaje, en el pensamiento de Heidegger, tiene una importancia fundamental. El lenguaje es la «casa del Ser» y el lugar primero de la verdad. Aquí, pensadores y poetas -aunque de manera diferente-, tienen una ocupación común: el "cuidado" del lenguaje. Y la Poesía, en tanto que es por excelencia lenguaje, ocupa un lugar privilegiado dentro del arte.

Poesía es fundación (de lo que permanece) por la palabra y en la palabra. El poeta nombra a los dioses y nombra a todas las cosas en lo que son. Ese nombrar no consiste en que algo ya conocido antes sea provisto sólo de un nombre, sino en que al decir el poeta la palabra esencial, mediante esa denominación, lo que es resulta nombrado como lo que es. Así es conocido como ente. " Poesía es auténtica fundación del ser." (p.61). Y por tanto, el decir del poeta fundamenta la existencia humana en su "fundamento". Y la existencia humana, en su fundamento, es "poética" porque "poética" es la existencia en su fundamento.

Entonces, la mejor manera de iluminar el ser de la poesía ( y de toda realidad humana) sería la de decirlo poéticamente, la de poetizarlo (ser "poeta del poeta"). Y este movimiento especular podría confirmarse si admitimos que en la obra de Hölderlin hay una suerte de "arte poética" no entendida como conjunto de reglas y medios para la composición poética. Su poesía es la "puesta en obra" de su vocación poética; y esta vocación es la de llevar en sí mismo la miseria de la nueva época: la ausencia de los dioses; la época de la metafísica que olvida esta ausencia y que es incapaz de asumir ese desamparo. Y es precisamente este desamparo y esta angustia, como comienzo del advenimiento de una nueva era histórica, lo que manifiesta su poesía. La vocación poética se transforma en responsabilidad frente a la aparición de un mundo nuevo.

Hölderlin poetiza la esencia de la poesía, pero no en sentido de un concepto válido sin tiempo. Esa esencia de la poesía forma parte de un tiempo determinado. Pero no de tal manera que se conforme a ese tiempo como ya existente. Sino que en la medida en que Hölderlin funda de nuevo la esencia de la poesía, determina entonces un tiempo nuevo. Es el tiempo de los dioses huidos y del Dios que viene. Ese es el tiempo menesteroso porque está en una doble carencia y negación; en el ya-no de los dioses huidos y en el todavía-no del que viene. (p.67)

Para Heidegger, Hölderlin es el primero que anuncia la vocación de los poetas futuros: nombrar lo Sagrado justamente en los tiempos en que los dioses se han ido. * Hölderlin es el modelo, el predecesor de los poetas en el tiempo de la angustia.

El lenguaje, ya lo dijimos, es el Nombrar, el Decir donde se manifiesta el misterio del Ser. Es, en consecuencia, el lugar donde habita auténticamente el Hombre como ex-sistente, como "abierto" al Ser. Pero para que esto se manifieste es necesario liberarlo de los lazos de la gramática, es decir, del uso exclusivamente logo-técnico donde lo encierra la concepción metafísica.

Esta liberación se produce por igual en la palabra poética y en el decir del pensar. Por tanto, el poeta y el pensador tienen la misión de someterse a esa doble voz reveladora y msiteriosa a la vez. Sin embargo, no es posible confundir las dos formas de Decir sin correr el riesgo de que se destruyan. La creación del "canto" y la vocación interrogativa son los dos componenetes necesarios -y como tales, inconfundibles-, de una misma exigencia.

En el quebrantamiento de la palabra -o lo que es lo mismo, en la palabra poética- se da el ser. La poesía es concebida como "puesta por obra de la verdad".

Y en la misma dirección en que concebimos el arte en la época de su reproductividad técnica, así también, y siguiendo nuevamente a Vattimo:
El quebrantamiento de la palabra poética se encuentra, pues, en última instancia referido a la concepción heideggeriana de la verdad. La obra de arte puede ser «puesta por obra de la verdad» porque la verdad no es una estructura metafísicamente estable sino que es evento; la verdad puede acaecer sólo en ese quebrantarse de la palabra que es la condición de monumento, la fórmula, la medialuz de la Lichtung. Lo que queda lo fundan los poetas, no tanto como "lo que dura" sino ante todo como "lo que queda": huella, recuerdo, monumento. Y a esta verdad, despojada de los caracteres autoriatarios de la metafísica, se refiere toda otra experiencia de verdad, aun aquella verdad que se despliega en la verificación de las ciencias positivas; y es esta verdad la que es capaz de esa relación esencial con la libertad (...) ("El quebrantamiento de la palabra poética" en: El fin de la Modernidad, p.71)
Podemos dar un paso más y ver esa raíz común de juego y lenguaje en lo esencial que comparten: la condición autotélica (autónoma). Todorov recuerda cómo la literatura nace de una oposición con el lenguaje utilitario, el cual encuentra su justificación fuera de sí mismo;mientras que aquella es un discurso que se basta a sí mismo. (Crítica de la crítica, p.11). A partir de la revolución romántica, toda creación puede y debe convertirse en objeto de «goce» * (p.12). En este momento juego, estética y la concepción inmanente de la literatura se entrecruzan; gracias a lo cual, ya para los formalistas es clara la distinción entre el "lenguaje práctico" y el poético: "...el Lenguaje práctico encuentra su justificación fuera de sí mismo, en la transmisión del pensamiento o en la comunicación interhumana; es medio y no fin; es, para emplear una palabra culta, heterotélico. El lenguaje poético, al contrario, encuentra su justificación (y así todo su valor) en sí mismo; es su propio fin y no ya un medio; es, pues, autónomo o, mejor, autotélico." * (p.18).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Saludos desde España, amando a Chile.

Comentarios

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sino que la vida los obliga
a parirse a sí mismos una y otra vez.

Gabriel García Márquez (1927-?)