© Ingrid Odgers
UNA INFANTA Soy una infanta en lágrimas ante la presencia de Cristo
los lazos inviolables la red del albedrío
Arrodillada sobre las hojas del Miedo a la Libertad
encuentro redención sobre el halo de tu vientre
Posada al borde del sueño más antiguo
al borde del abismo que no registra mi historia
al borde del farol sempiterno la alta nube del círculo
el oráculo que no pregunta ni retiene mi nombre
la sinfonía del canto sobre esta cabeza
Un golpe
el hechizo
liberado en la noche
Un golpe
sobre el cielo
al que vuelvo los ojos
Buscando afanosa
un lugar a mi vuelo
EL ÓLEO
Me has otorgado el óleo. Esa liturgia tan tuya de saber que te pienso. Con tu susurro palpas la cítara del alma
transformada en la llave del poema que cincela los cerrojos
y divulga furiosa la otra voz sumergida en la caricia
cantada por el grito de tu boca.
Destrozas páramos de norte a sur
de este a oeste
en la bahía azul que te arrebuja
El horizonte de naranjas cae
sólo por ser tú
sólo por ser como entras en mis ojos
que observan insaciables
lo arcano de tu templo
Su fulgor
HARTA
Harta ya de cargar tus arquetiposempapados de hombría y simbolismo
yo la Eva relegada
el cristal etéreo en su discurso
abro un nuevo paradigma
Entrego mi reclamo
este olor culposo a manzanas
y azahares en fiesta
hacen de mis sábanas
mitos traviesos
Mi ojo es otro
como otras me siguen
Gritan
Ruegan
Exigen abrir sus grilletes
Prestamos las pupilas
para renovar la mirada
Volvamos al origen
El diálogo está abierto
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