Sal y fuego
Se han partido las telas del
alma
caen lágrimas
se convierten en cenizas ardientes
una llama (a mis pies )
de rodillas pide perdón
Es la iteración implacable
que sucede en el relámpago habitual
en las argollas de segundos
incrustadas en latidos
irrepetibles
Las llaves del insomnio
destilan
sal y fuego
en la recóndita rotación de la tierra
en la anónima traslación del
sol
fluyen las interrogaciones
fluyen
en el borde de la taza de
café
en el humo del cigarrillo
en el movimiento de los
dedos
en la sonrisa lúgubre del
gato en la ventana
en la vereda de la Avenida
21 de Mayo
Se han partido las telas del
alma
y la causa gorjea
en la ampolleta blanca
en el teléfono
en los tímpanos
en la alfombra multicolor
en el intestino de los
cables
en la ecuación indescifrable
en la rueda plateada del sino
Movemos los pies ligeramente
hacia la puerta de salida
como ladrones agazapados
desertores de obstinaciones
cruzamos la puerta
alcanzamos la verja
y nuevos cristales
transparentes
se bautizan en el aire de cenizas ardientes
una llama arrojada a los
pies reclama perdón.
"lo que es, sigue siendo, mientras no haya motivos para que deje de
ser lo que es".
(Peculiarmente no es parte de mi rebaño
el
principio filosófico de la física.)
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