Y
estoy en el redil de los locos.
Crucé
la puerta
al
conocerte
desnudamente
mordidas
tus naranjas
sin
seso alguno
entre
los pétalos
Hemisfèricamente
tuya
salvajemente
doblada
en tus
rodillas
manchando
el olfato
de
asombro y sangre
en el
flujo genital
de la
locura
con el
hambre de no morir
hasta
saberte abierta y rendida
a mis
lirios
que frenéticos
te poseen
doblemente
en el
sudor del amanecer.
Ingrid Odgers Toloza
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