Friedrich Schiller, Sobre poesía ingenua y poesía sentimental
Este ensayo constituye la base de la teoría literaria moderna. Aporta indiscutiblemente una nueva visión del arte, que como fuerza que responde por sí misma a las necesidades y deseos humanos, es también según Schiller su mejor reflejo.
Un pilar básico en la teoría poética de Schiller lo formarán su teoría del genio y su concepto de lo "sublime", ideas que seguirán siendo conceptos básicos en la literatura moderna.
La ideología kantiana también estará presente en la base del pensamiento de Schiller. Para Kant, la sinceridad natural del ser humano ha de fundirse con la razón y la moral para poder alcanzar lo sublime. Según Schiller, esa sinceridad natural o pureza en el modo de pensar constituye el pensamiento ingenuo, mientras que la búsqueda de esa pureza o naturaleza perdida constituye el pensamiento sentimental.
La relación entre el ser humano y la naturaleza, su original dependencia y posterior distanciamiento se convierten en la mayor preocupación de Schiller. El anhelo de la libertad natural del hombre convierte en ideal la poesía ingenua, en la cual el hombre es la misma naturaleza. Schiller presenta a un hombre que ya no es libre en el ámbito natural y que, sin embargo, posee una capacidad moral que sí puede dar libertad a su espíritu. Esta capacidad es la característica más definitoria del hombre, y en virtud de su pureza podrá o no alcanzar lo sublime.
El hecho de que la naturaleza haya desaparecido de la humanidad genera una corrupción en la civilización y la cultura que el poeta ha de superar en la búsqueda de la pureza, por la misma necesidad de volver a lo natural, y esta búsqueda interior será la que hará de la moral y la razón cualidades superiores y profundamente humanas.
El poeta ingenuo, que es naturaleza, correrá el peligro de no desarrollar totalmente estas virtudes, por lo que Schiller calificará el arte ingenuo "el arte de la limitación", en contraposición con el arte de la modernidad, que por generarse a traavés de la libertad del espíritu llama "el arte de la infinitud".
La importancia del ingenium es tratada también por Schiller, que afirma que sólo a unos pocos les está permitida la elevación hasta el mundo de las ideas. La figura del genio es la del poeta cuyas ocurrencias están inspiradas por Dios y cuyas leyes son para todos los tiempos y generaciones. La diferencia entre el poeta ingenuo y el sentimental es que el ingenuo tiene la capacidad de conmover en lo particular, mientras que el sentimental lo hará a través de las ideas desde el mundo espiritual.
En el estudio de los géneros poéticos Schiller también aporta una nueva forma de entenderlos que va más allá de lo formal, abarcando una perspectiva completamente humana. Schiller hace una exploración de las formas de sensibilidad poética, presentando el ideal como la expresión cuyo objeto es infinito porque es interior e idealizado.
Schiller diferencia los géneros literarios no por su objeto de imitatión, sino por su modo de transportarlo. De esta forma, la poesía satírica será la que represente la realidad como objeto de aversión, y la elegiaca, la que tome el ideal como objeto de simpatía.
La tragedia será para Schiller una sátira patética, es decir, sátira llevada a cabo por el poeta de manera seria y apasionada. Por otro lado, la comedia se identifica en la obra de Schiler con la sátira festiva, aquella donde el poeta se expresa de forma plácida y festiva. Este género suscita y alimenta el ánimo de los espectadores y tan solo es logrado por corazones bellos.
El patetismo de la tragedia, rasgo que le hará alcanzar lo sublime, ha de alejarse del interés material para acercarse al juego de las ideas, lo cual guarda similitud con la teoría platónica. La tragedia hará al espectador recobrar la libertad de ánimo después de haber sido anulada artificialmente.
La poesía elegiaca supone para Schiller la contraposición de arte/naturaleza y realidad/ideal, dejando que sea el ideal el sentimiento dominante. Este género se subdivide en la elegía en sentido estricto, donde la naturaleza y el ideal son objeto de dolor y prevalece la idea de algo inalcanzado, y el idilio, elegía en su sentido más amplio. En el idilio los ideales se presentan como reales, siendo objeto de alegría para el poeta.
Al igual que en la sátira patética, en la elegía el contenido de la lamentación poética ha de ser siempre un objeto ideal interior.
El poeta elegiaco en su sentido estricto es esencialmente poeta sentimental, pues la naturaleza representa para él una pérdida, y su objeto, la búsqueda de ésta. Por otro lado, el idilio representa la armonía del poeta consigo mismo y con el exterior, y además permite la síntesis entre la sátira y la elegía.
El idilio pastoril, idilio en su sentido más amplio, tiene como finalidad descubrir la armonía interior del poeta, siendo propio del poeta ingenuo. Este género no tiene una aplicación clara en la poesía sentimental. El poeta moderno ha de lograr el idilio utópico, es decir, ha de unir lo ingenuo y lo sentimental, eliminando toda contradicción entre lo real y lo ideal.
La belleza se alcanza en la armonía moral, es decir, el total equilibrio de la naturaleza y el ideal. La belleza es un producto del acuerdo entre los sentidos y el espíritu. El juicio estético de Schiller no corresponde a la técnica, sino a la sensibilidad. El ideal de belleza de las obras poéticas deriva del ideal sensorial. Para Schiller, el lenguaje genial se produce cuando el signo desaparece por entero en lo significado.
Por otro lado, los vicios del lenguaje se manifiestan según Schiller en el estilo "sensiblero" o "lacrimoso", producto de la pasividad. El defecto en este tipo de poesía es doble, pues no sólo no se genera en el espíritu, sino que además no tiene intención racional.
La máxima virtud del lenguaje es por tanto mostrar la nobleza del hombre, y el no poder mostrarla, el mayor vicio. En este aspecto, Schiller no se ha limitado a hacer un análisis formal concreto sujeto a limitaciones temporales, como puedan ser otras poéticas. Su trabajo es, más bien, una reflexión filosófica de carácter atemporal, capaz de ser adaptada a diferentes culturas y épocas.
El conflicto que se produce entre la corrupción del mundo artificial del hombre y su naturaleza superior tan solo hallará justificación a través de la moral o dignidad. Por ejemplo, el decoro surge para Schiller de esta corrupción y, sin embargo, su falta produce vulgaridad. Lo no vulgar y lo corrupto son, en definitiva, lo mismo mientras exista un respeto hacia las leyes morales del hombre.
Las leyes del decoro son leyes de un mundo artificial con relación a la naturaleza, pero también lo son de un mundo humano, por lo que dan libertad al hombre. El fin del arte literario es el de dar a la humanidad su expresión más completa.
La relación entre lo real y lo ideal será también para Schiller una relación armónica y equilibrada. Diferenciará entre el poeta realista y el idealista, dándole a cada uno valores complementarios. El realista tendrá un mayor valor moral pues está sometido a la necesidad de su naturaleza, mientras que el idealista será más noble, pero menos perfecto pues su pensamiento es más digno que su obra. El idealista habrá de salirse del sistema social, pues toda existencia real está sujeta a condiciones temporales que le impiden alcanzar la total libertad. El realista alcanzará el bienestar por su relación estrecha con el sistema, aunque su conocimiento será relativo.
El mensaje de Schiller es que el poeta debe llegar a lo ideal sin olvidarse de la realidad, es decir, a través de ella. Una vez más, Schiller relaciona la perfección con el equilibrio. La armonía entre ambas visiones, idealista y realista, condicionará la calidad poética.
Este ensayo constituye la base de la teoría literaria moderna. Aporta indiscutiblemente una nueva visión del arte, que como fuerza que responde por sí misma a las necesidades y deseos humanos, es también según Schiller su mejor reflejo.
Un pilar básico en la teoría poética de Schiller lo formarán su teoría del genio y su concepto de lo "sublime", ideas que seguirán siendo conceptos básicos en la literatura moderna.
La ideología kantiana también estará presente en la base del pensamiento de Schiller. Para Kant, la sinceridad natural del ser humano ha de fundirse con la razón y la moral para poder alcanzar lo sublime. Según Schiller, esa sinceridad natural o pureza en el modo de pensar constituye el pensamiento ingenuo, mientras que la búsqueda de esa pureza o naturaleza perdida constituye el pensamiento sentimental.
La relación entre el ser humano y la naturaleza, su original dependencia y posterior distanciamiento se convierten en la mayor preocupación de Schiller. El anhelo de la libertad natural del hombre convierte en ideal la poesía ingenua, en la cual el hombre es la misma naturaleza. Schiller presenta a un hombre que ya no es libre en el ámbito natural y que, sin embargo, posee una capacidad moral que sí puede dar libertad a su espíritu. Esta capacidad es la característica más definitoria del hombre, y en virtud de su pureza podrá o no alcanzar lo sublime.
El hecho de que la naturaleza haya desaparecido de la humanidad genera una corrupción en la civilización y la cultura que el poeta ha de superar en la búsqueda de la pureza, por la misma necesidad de volver a lo natural, y esta búsqueda interior será la que hará de la moral y la razón cualidades superiores y profundamente humanas.
El poeta ingenuo, que es naturaleza, correrá el peligro de no desarrollar totalmente estas virtudes, por lo que Schiller calificará el arte ingenuo "el arte de la limitación", en contraposición con el arte de la modernidad, que por generarse a traavés de la libertad del espíritu llama "el arte de la infinitud".
La importancia del ingenium es tratada también por Schiller, que afirma que sólo a unos pocos les está permitida la elevación hasta el mundo de las ideas. La figura del genio es la del poeta cuyas ocurrencias están inspiradas por Dios y cuyas leyes son para todos los tiempos y generaciones. La diferencia entre el poeta ingenuo y el sentimental es que el ingenuo tiene la capacidad de conmover en lo particular, mientras que el sentimental lo hará a través de las ideas desde el mundo espiritual.
En el estudio de los géneros poéticos Schiller también aporta una nueva forma de entenderlos que va más allá de lo formal, abarcando una perspectiva completamente humana. Schiller hace una exploración de las formas de sensibilidad poética, presentando el ideal como la expresión cuyo objeto es infinito porque es interior e idealizado.
Schiller diferencia los géneros literarios no por su objeto de imitatión, sino por su modo de transportarlo. De esta forma, la poesía satírica será la que represente la realidad como objeto de aversión, y la elegiaca, la que tome el ideal como objeto de simpatía.
La tragedia será para Schiller una sátira patética, es decir, sátira llevada a cabo por el poeta de manera seria y apasionada. Por otro lado, la comedia se identifica en la obra de Schiler con la sátira festiva, aquella donde el poeta se expresa de forma plácida y festiva. Este género suscita y alimenta el ánimo de los espectadores y tan solo es logrado por corazones bellos.
El patetismo de la tragedia, rasgo que le hará alcanzar lo sublime, ha de alejarse del interés material para acercarse al juego de las ideas, lo cual guarda similitud con la teoría platónica. La tragedia hará al espectador recobrar la libertad de ánimo después de haber sido anulada artificialmente.
La poesía elegiaca supone para Schiller la contraposición de arte/naturaleza y realidad/ideal, dejando que sea el ideal el sentimiento dominante. Este género se subdivide en la elegía en sentido estricto, donde la naturaleza y el ideal son objeto de dolor y prevalece la idea de algo inalcanzado, y el idilio, elegía en su sentido más amplio. En el idilio los ideales se presentan como reales, siendo objeto de alegría para el poeta.
Al igual que en la sátira patética, en la elegía el contenido de la lamentación poética ha de ser siempre un objeto ideal interior.
El poeta elegiaco en su sentido estricto es esencialmente poeta sentimental, pues la naturaleza representa para él una pérdida, y su objeto, la búsqueda de ésta. Por otro lado, el idilio representa la armonía del poeta consigo mismo y con el exterior, y además permite la síntesis entre la sátira y la elegía.
El idilio pastoril, idilio en su sentido más amplio, tiene como finalidad descubrir la armonía interior del poeta, siendo propio del poeta ingenuo. Este género no tiene una aplicación clara en la poesía sentimental. El poeta moderno ha de lograr el idilio utópico, es decir, ha de unir lo ingenuo y lo sentimental, eliminando toda contradicción entre lo real y lo ideal.
La belleza se alcanza en la armonía moral, es decir, el total equilibrio de la naturaleza y el ideal. La belleza es un producto del acuerdo entre los sentidos y el espíritu. El juicio estético de Schiller no corresponde a la técnica, sino a la sensibilidad. El ideal de belleza de las obras poéticas deriva del ideal sensorial. Para Schiller, el lenguaje genial se produce cuando el signo desaparece por entero en lo significado.
Por otro lado, los vicios del lenguaje se manifiestan según Schiller en el estilo "sensiblero" o "lacrimoso", producto de la pasividad. El defecto en este tipo de poesía es doble, pues no sólo no se genera en el espíritu, sino que además no tiene intención racional.
La máxima virtud del lenguaje es por tanto mostrar la nobleza del hombre, y el no poder mostrarla, el mayor vicio. En este aspecto, Schiller no se ha limitado a hacer un análisis formal concreto sujeto a limitaciones temporales, como puedan ser otras poéticas. Su trabajo es, más bien, una reflexión filosófica de carácter atemporal, capaz de ser adaptada a diferentes culturas y épocas.
El conflicto que se produce entre la corrupción del mundo artificial del hombre y su naturaleza superior tan solo hallará justificación a través de la moral o dignidad. Por ejemplo, el decoro surge para Schiller de esta corrupción y, sin embargo, su falta produce vulgaridad. Lo no vulgar y lo corrupto son, en definitiva, lo mismo mientras exista un respeto hacia las leyes morales del hombre.
Las leyes del decoro son leyes de un mundo artificial con relación a la naturaleza, pero también lo son de un mundo humano, por lo que dan libertad al hombre. El fin del arte literario es el de dar a la humanidad su expresión más completa.
La relación entre lo real y lo ideal será también para Schiller una relación armónica y equilibrada. Diferenciará entre el poeta realista y el idealista, dándole a cada uno valores complementarios. El realista tendrá un mayor valor moral pues está sometido a la necesidad de su naturaleza, mientras que el idealista será más noble, pero menos perfecto pues su pensamiento es más digno que su obra. El idealista habrá de salirse del sistema social, pues toda existencia real está sujeta a condiciones temporales que le impiden alcanzar la total libertad. El realista alcanzará el bienestar por su relación estrecha con el sistema, aunque su conocimiento será relativo.
El mensaje de Schiller es que el poeta debe llegar a lo ideal sin olvidarse de la realidad, es decir, a través de ella. Una vez más, Schiller relaciona la perfección con el equilibrio. La armonía entre ambas visiones, idealista y realista, condicionará la calidad poética.