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sábado, noviembre 15, 2008

Una nota atípica en este Blog de Creación

Poesía desconcertante, una sonda que penetra hondo, tiene la virtud de lacerar la visión. Una poeta excelente, de una fuerza arrebatadora. Felicitaciones.

Estas son las palabras del jurado del Fondo del Libro 2008 al cual postulé.

Contradictoriamente no fui seleccionada.

Quiénes son estos miembros del Jurado.Difícil respuesta.Siguen otorgando premios a los mismos de siempre. Estamos en Chile poetas mujeres, con la discriminación siempre vigente. A seguir trabajando, luchando por la literatura femenina.

lunes, noviembre 03, 2008

CABALLOS DE FUEGO


¡Aquí está!

En

Ebullición

En

El Trono

Altivo

Ante La roca

Altivo

Ante La hoja

De hoyo en hoyo en fango y lodo

(Golpe de puerta

Navaja en espalda)

¡Aquí está!

LA PROVINCIA

En su gran cuenca

INSOLENTE

Pariendo

Caballos de fuego

Se mueve a imagen y semejanza

De Actor secundario

Oveja trasquilada

En el semen y jugo del Verbo

Accesoria

Elemental

De la gran metrópoli

De sus bárbaros choques

Ardiente Férvida Violenta

Descerraja Reclama Proclama

¡Aquí está!

Pariendo

Pariendo

CABALLOS DE FUEGO

El lujurioso ultraje

El lúbrico desdén

No paraliza la columna

No interrumpe el movimiento febril

El callejón el laberinto

La piedra

No

Altera la insolencia

El viento

No

Rompe la arrogancia

Levanta llama derrama

Caldo de lengua

En la villa la puebla la huerta

En el callejón y el cerro

De

Ira

Volando

De

Ira

Tronando

Levanta Llama Derrama

Caballos de fuego

Tronando…. Tronando

Círculo


Había un círculo sobre su cabeza. En el espejo. Su rostro desmadejado lucía pálido. No se había afeitado en semanas. Cerró los ojos y pasó las manos por su nuca. Se observó de nuevo en el espejo. El círculo persistía. Intentó borrarlo con ambas manos, agitadas, frenéticas. Se encontró una espinilla en la nariz. Era pequeña y roja, Empezó a pellizcársela. Una gota de sangre manchó su piel. La secó con un pedazo de papel. Se lavó la cara. Se miró en el espejo. El círculo negro como un alambre seguía allí. Intentó de nuevo eliminarlo. Se restregó los ojos, por si era parte de una visión desquiciada, una fantasía. Pasó la toalla por su nuca. Uno de sus dedos cayó al lavamanos. Dio un respingo. Tocó su mano con cuatro dedos, el índice había desaparecido. Se sintió sorprendido. Es increíble como se puede cambiar de un rato para otro. Tenía un círculo dando vueltas sobre la cabeza y había perdido uno de sus dedos. Respiró hondo. ¿Qué cresta pasaba? Un estremecimiento lo sobrecogió. Su mano no tenía sangre y ese majadero anillo oscilando como colgado del techo, lo miraba amenazante. Iba a dejar la toalla en la barra y se percató que su ojo, uno de sus ojos se había enredado en ella. Tuvo ganas de llorar. O de gritar. Pero su madre estaba al otro lado y no deseaba asustarla. Se miró al espejo. Ahora estaba con el círculo, sin un dedo y sin un ojo. Podía ver el agujero. No había rastros de sangre. Intentó de nuevo derribar ese anillo idiota. Miró hacia el lavamanos su dedo estaba allí atrapado en la rendija. No quiso tomarlo. Su ojo en la toalla. Estaba asustado. Ese círculo solo le había traído malas consecuencias, el dedo, el ojo. ¿Qué haría? Se sentó en la taza del baño. Empezó a recordar cómo había llegado hasta allí. Estaba a punto de un ataque de nervios. Miró el ojo en la toalla. Un sudor frío lo recorrió. De pronto cuando estaba sumido en olas de agua turbia que salían de las paredes blancas y rebosaban el cuarto de baño escuchó una voz que le decía: ¡Despierta Pablo!, mira que el desayuno se te enfría. Se levantó de un salto de la cama. Se precipitó hacia el espejo que estaba en su cuarto, el círculo persistía. El dedo se había convertido en una llama que brillaba al fondo de la cuenca de su ojo.

domingo, noviembre 02, 2008

FIESTAS PATRIAS



Abrí la tapa color rojo y tomé un largo sorbo de Evian. Claramente el “dieciocho” me resultaba insoportable. Todo ese barullo de “cuecas”, vino, empanadas y vestidos floreados, me dejan chato, pensé mientras bebía otro sorbo de agua mineral. Son las 3:17 de la tarde del domingo, un día más de este largo festejo. Único en la historia de mi país. Dije “mi país”, sí, no “este país”, que tiene un tonito despreciativo que deja, cuando lo escucho, un sabor amargo, “como natre” diría mi abuelo, si estuviera vivo. Me puse los calcetines gruesos, los grises. Me tendí en la cama. Escuchaba los gritos que venían de la vereda y el motor de uno que otro vehículo que transitaba por la calzada, vestido de “dieciocho”. Tomé otro sorbo de agua. Me quedé arrollado como gato. Tenía frío. Unos rayos de sol herían mi rostro. Me cubrí con uno de mis brazos. Los gritos, el sol, el frío. La insoportable celebración patria. Una bola de nieve se incrustó en mis tobillos. Era redonda, perfecta, una verdadera espuma blanca. Recordé a Julia. Esa tez pálida, el pelo largo y liso, la cabeza hermosa que coronaba un cuerpo menudo, atractivo. La bola creció y mis piernas quedaron paralizadas por esa masa voluminosa. Se extendía por mi espalda y sentí como el frío calaba mis vértebras, la bola de nieve repentinamente se había deslizado por mi tronco y agobiaba impasible mi garganta. Me encontraba atrapado por la esfera y mi cuello y cuerpo estaban congelados. Pataleé, hice algo de presión con mis hombros en la piel interna de la cápsula helada. Inútil. Hice un nuevo intento para salir de esa esfera hambrienta. No pude. Julia apareció ante mis ojos, su mirada era un lago azul que me hechizaba. La extraño, pensé y miré la botella de Evian. Sí, tenía sed y estaba escarchado. La angustia se adueñó de mí. Luego de un rato, concluí estas son mis fiestas patrias. Estaba resignado a mi suerte. El teléfono me observaba. Julia se metió por mi cabeza y besó mi lengua, la cavidad rojiza, caliente de mi boca, sentí el recorrido de sus muslos por mis hombros, sus manos recorrían mis vísceras, apretaban mis riñones, sus dedos corrían por mi columna. Me estremecí. Abrí los ojos. Mi cuerpo continuaba atrapado por esa masa mórbida blanca. Una calidez me invadía. Julia hizo presión en mi entrepierna fue entonces que estallé en aullidos, en carcajadas incontrolables. De mi cuerpo fluía sangre y agua, volaban vísceras fragmentadas por los aires. Todo aquello diluía la bola de nieve. La masa mórbida. El hielo. Julia salió de uno de mis costados. Yo estaba conmocionado por el clímax. Ahora, ella decía adiós desde la puerta. Volveré exclamó, dio media vuelta desapareciendo. Escuché nuevos gritos debajo del balcón. Sonreí.

jueves, junio 05, 2008

Juego y lenguaje

Recurriendo nuevamente a las definiciones del diccionario, encontramos por «Juego de palabras» lo siguiente : "Artificio que consiste en usar palabras, por donaire o alarde de ingenio, en sentido equívoco o en varias de sus acepciones o en emplear dos o más que sólo se diferencian en alguna o algunas de sus letras." (Diccionario de la Real Academia, p.779).

El lenguaje y el juego mantienen estrecho parentesco entre sí; ambos representan la realidad, la trasponen; son su ficción. El juego y el lenguaje serían, pues, el anverso y el reverso de una misma actividad, consistente en distanciar lo real mediante la ficción. El lenguaje corresponde al orden del juego, es un sistema de reglas carentes de sentido, pero necesarias. Y el juego es lenguaje. A propósito escribe Joseph Leif:
El gran poder de las palabras consiste en brindarle a la acción la posibilidad de desinsertarse. La acción lúdicra trae al lenguaje la observación de lo concreto. Ni la acción ni el lenguaje olvidarán totalmente su origen común, cuando se separen diversificándose, en la lengua de los poetas dando la espalda al lenguaje científico y el juego oponiendose al trabajo. La poesía vuelve a la infancia al hacer que las palabras jueguen con la sintaxis. Y más allá del trabajo impuesto al lenguaje por la sintaxis experimental, la actividad lúdrica alimenta los sueños de los sabios como "modelos" explicativos del universo. De que lo lingüístico no sea sino la otra faz del "ludismo" hallaremos indicios, cuando no pruebas suplementarias, en dos hechos, corriente el uno, paradójico el otro. El primero reside en la naturaleza del palcer que a veces surge en el auditorio de una conferencia y que se parece mucho al júbilo del juego. J. Ditte explica ese fenómeno diciendo que "por la mediación del lengaje se establece la relación. Es nuestro juguete, el que nos es común; posee estructura convencional, objetiva, pues, y cada uno de nosostros la capta a su manera. Entre una fusión total y una separación que conduciría a la ruptura, vive el placer de la relación". El segundo consiste en el discurso inaugural de Michel Foucault en el Colegio de Francia, que tenía como tema la imposibilidad del discurso. Finalmente, los surrealistas, con los cuales el círculo se cierra, no lograron atraer la atención del público hacia el "ludismo" exacerbado que le imponían al lenguaje sino entregándose a las "farsas" más desmesuradas y provocadoras. (p.44).
También los poetas "juegan", prolongan -más allá de la infancia- el poder de cambiar el orden de las palabras y alterar la sintaxis. Operación significante, ya que, en la transgresión de la palabra común se iluminan ciertas regiones poco accesibles del ser. A través del poema, la poesía le ofrece a la gracia del juego una posibilidad de sobrevivir. El juego se opone a la actitud trágica, nutrida por la impotencia ante las determinaciones exteriores y por la angustia proveniente de la incomunicación. Del juego brota la fuerza necesaria para instaurar un orden humano, el reino de la libertad y la fraternidad.

Si la condición del juego es el rescate de la libertad perdida en el mundo, entendemos porque Julio Cortázar definió la poesía como juego:
Digo juego con la gravedad con que lo dicen los niños. Toda poesía que merezca ese nombre es un juego , y sólo una tradición romántica ya inoperante persistirá en atribuir a una inspiración mal definible y a un privilegio mesiánico del poeta, productos en los que las técnicas y las fatalidades de la mentalidad mágica y lúdica se aplican naturalmente (como lo hace el niño cuando juega) a una ruptura del condicionamiento corriente, a una asimilación o reconquista o descubrimiento de todo lo que está al otro lado de la Gran Costumbre. El poeta no es menos «importante» visto a la luz de su verdadera actividad (...) porque jugar poesía es jugar a pleno, echar hasta el último centavo sobre el tapete para arruinarse o hacer saltar la banca. Nada más riguroso que un juego; los niños respetan las leyes del barrilete o las esquinitas con un ahínco que no ponen en las de la gramática. (Ultimo Round, p.65-66)
La relación juego-lenguaje nos conduce en primera instancia, hacia la poesía. De nuevo nos sale al encuentro la voz de Martin Heidegger en cuyos escritos existe una misteriosa proximidad entre el pensamiento y la palabra poética. Y el autor parece insistir repetidamente, en aclarar esa proximidad sin aclararla ; preciso y hermético, su decir que lo dice todo y parece no decir nada.

Pero es que la geometría del pensar heideggeriano no es la línea, sino la espiral y el círculo; no es la respuesta y la conclusión, sino la pregunta y el asombro. El camino de este pensar no nos conduce de un punto a otro sino de lo mismo a lo mismo, es una "senda perdida" en el bosque, "Holzwege": caminos que no llevan a ninguna parte. Porque el pensar es una marcha hacia la proximidad del origen, un aprendizaje no de lo nuevo sino de lo ya vivido, un hacer memoria: "Retornar a la patria". Pero estas cosas en virtud de su proximidad son las más lejanas e inaccesibles. La esencia de la cercanía aparece en acercar la cercanía al dejarla a distancia. La cercanía al origen es un misterio. Pero si entonces retorno a la patria significa llegar a estar en casa en la cercanía al origen, ¿no debe consistir ante todo y quizá largo tiempo la llegada a casa en conocer el misterio de esta cercanía o incluso en aprender a conocerlo? Pero nunca conocemos un misterio a fuerza de desvelarlo y descomponerlo, sino únicamente por resguardar el misterio en cuanto misterio. ("Retorno a la Patria/Los Parientes" en Interpretaciones sobre la Poesía de Hölderlin, p.45)

El "origen" es lo reservado, lo que no se conoce por medio del análisis sino de la revelación.

Si juzgamos este pensamiento con base en criterios lógicos el resultado no será afortunado. Hay que aceptar previamente, por tanto, que la reflexión avance a través de la multiplicidad inherente al sentido. El pensador auténtico es aquel que es capaz de escuchar la voz silenciosa del Ser para "mostrarlo" y no de-mostrarlo. Y también el poeta.

¿ Qué es poesía?. El "discurso poético" debe tener como función propia la revelación de la existencia, es decir, la revelación de la esencia misma del hombre. En principio, la poesía establece una estrecha relación con el hombre y el lenguaje. Pero Esencia no significa aquí un concepto general, abstracto y universal. La esencia de la poesía se confunde con su realización concreta, con su existencia histórica. Los elementos invariables que pudiéramos sustraer de la comparación de las obras de los grandes poetas no nos dirían nada sobre la esencia "esencial" de la poesía. Es por esto que Heidegger escoge mostrar la esencia de la poesía a partir de un poeta: Friedrich Hölderlin.

Ahora bien, el lenguaje, en el pensamiento de Heidegger, tiene una importancia fundamental. El lenguaje es la «casa del Ser» y el lugar primero de la verdad. Aquí, pensadores y poetas -aunque de manera diferente-, tienen una ocupación común: el "cuidado" del lenguaje. Y la Poesía, en tanto que es por excelencia lenguaje, ocupa un lugar privilegiado dentro del arte.

Poesía es fundación (de lo que permanece) por la palabra y en la palabra. El poeta nombra a los dioses y nombra a todas las cosas en lo que son. Ese nombrar no consiste en que algo ya conocido antes sea provisto sólo de un nombre, sino en que al decir el poeta la palabra esencial, mediante esa denominación, lo que es resulta nombrado como lo que es. Así es conocido como ente. " Poesía es auténtica fundación del ser." (p.61). Y por tanto, el decir del poeta fundamenta la existencia humana en su "fundamento". Y la existencia humana, en su fundamento, es "poética" porque "poética" es la existencia en su fundamento.

Entonces, la mejor manera de iluminar el ser de la poesía ( y de toda realidad humana) sería la de decirlo poéticamente, la de poetizarlo (ser "poeta del poeta"). Y este movimiento especular podría confirmarse si admitimos que en la obra de Hölderlin hay una suerte de "arte poética" no entendida como conjunto de reglas y medios para la composición poética. Su poesía es la "puesta en obra" de su vocación poética; y esta vocación es la de llevar en sí mismo la miseria de la nueva época: la ausencia de los dioses; la época de la metafísica que olvida esta ausencia y que es incapaz de asumir ese desamparo. Y es precisamente este desamparo y esta angustia, como comienzo del advenimiento de una nueva era histórica, lo que manifiesta su poesía. La vocación poética se transforma en responsabilidad frente a la aparición de un mundo nuevo.

Hölderlin poetiza la esencia de la poesía, pero no en sentido de un concepto válido sin tiempo. Esa esencia de la poesía forma parte de un tiempo determinado. Pero no de tal manera que se conforme a ese tiempo como ya existente. Sino que en la medida en que Hölderlin funda de nuevo la esencia de la poesía, determina entonces un tiempo nuevo. Es el tiempo de los dioses huidos y del Dios que viene. Ese es el tiempo menesteroso porque está en una doble carencia y negación; en el ya-no de los dioses huidos y en el todavía-no del que viene. (p.67)

Para Heidegger, Hölderlin es el primero que anuncia la vocación de los poetas futuros: nombrar lo Sagrado justamente en los tiempos en que los dioses se han ido. * Hölderlin es el modelo, el predecesor de los poetas en el tiempo de la angustia.

El lenguaje, ya lo dijimos, es el Nombrar, el Decir donde se manifiesta el misterio del Ser. Es, en consecuencia, el lugar donde habita auténticamente el Hombre como ex-sistente, como "abierto" al Ser. Pero para que esto se manifieste es necesario liberarlo de los lazos de la gramática, es decir, del uso exclusivamente logo-técnico donde lo encierra la concepción metafísica.

Esta liberación se produce por igual en la palabra poética y en el decir del pensar. Por tanto, el poeta y el pensador tienen la misión de someterse a esa doble voz reveladora y msiteriosa a la vez. Sin embargo, no es posible confundir las dos formas de Decir sin correr el riesgo de que se destruyan. La creación del "canto" y la vocación interrogativa son los dos componenetes necesarios -y como tales, inconfundibles-, de una misma exigencia.

En el quebrantamiento de la palabra -o lo que es lo mismo, en la palabra poética- se da el ser. La poesía es concebida como "puesta por obra de la verdad".

Y en la misma dirección en que concebimos el arte en la época de su reproductividad técnica, así también, y siguiendo nuevamente a Vattimo:
El quebrantamiento de la palabra poética se encuentra, pues, en última instancia referido a la concepción heideggeriana de la verdad. La obra de arte puede ser «puesta por obra de la verdad» porque la verdad no es una estructura metafísicamente estable sino que es evento; la verdad puede acaecer sólo en ese quebrantarse de la palabra que es la condición de monumento, la fórmula, la medialuz de la Lichtung. Lo que queda lo fundan los poetas, no tanto como "lo que dura" sino ante todo como "lo que queda": huella, recuerdo, monumento. Y a esta verdad, despojada de los caracteres autoriatarios de la metafísica, se refiere toda otra experiencia de verdad, aun aquella verdad que se despliega en la verificación de las ciencias positivas; y es esta verdad la que es capaz de esa relación esencial con la libertad (...) ("El quebrantamiento de la palabra poética" en: El fin de la Modernidad, p.71)
Podemos dar un paso más y ver esa raíz común de juego y lenguaje en lo esencial que comparten: la condición autotélica (autónoma). Todorov recuerda cómo la literatura nace de una oposición con el lenguaje utilitario, el cual encuentra su justificación fuera de sí mismo;mientras que aquella es un discurso que se basta a sí mismo. (Crítica de la crítica, p.11). A partir de la revolución romántica, toda creación puede y debe convertirse en objeto de «goce» * (p.12). En este momento juego, estética y la concepción inmanente de la literatura se entrecruzan; gracias a lo cual, ya para los formalistas es clara la distinción entre el "lenguaje práctico" y el poético: "...el Lenguaje práctico encuentra su justificación fuera de sí mismo, en la transmisión del pensamiento o en la comunicación interhumana; es medio y no fin; es, para emplear una palabra culta, heterotélico. El lenguaje poético, al contrario, encuentra su justificación (y así todo su valor) en sí mismo; es su propio fin y no ya un medio; es, pues, autónomo o, mejor, autotélico." * (p.18).

miércoles, abril 09, 2008

CÓDIGO


Animalilla

Del seso al hueso

Del olfato al gusto

Salivo el verso

Concibo

En el pozo del tacto

Forjo

En la rotonda del ojo

(Crepita la lengua,

Ronda el paladar)

Fraguo

Desde cloacas y arrabales

Desde nudos y crepúsculos

Desde el carrusel y el circo

Pantomima de mí

Salivo

lunes, marzo 31, 2008

PREMIO ARTE Y PICO POR SU CREATIVIDAD Y DISEÑO




Agradezco a Rocío L´amar,

por el reconocimiento que ha hecho a mi creación poética difundida en mi blog
otorgándole el Premio Arte y Pico.

lunes, marzo 10, 2008

Zozobra

Quién

Evitará el estruendo de los trenes bajo la tormenta?

Quién

llorará por el cordero?

Quién

cerrará las ventanas?

Quién

recogerá las cenizas de este estío?

Quién

Posee la fórmula mágica?

Quién

El juicio perfecto?

Nos quedamos sin respuesta

Como el dios fracasado

de Sartre

Consagrados al gimoteo

Acicalados de egoísmo

Pinturitas del mundo

Somos

Actores del mundo

Somos

Actrices del mundo

Somos

Delito del mundo

Somos

Espantajos del mundo

Yacemos florecemos concurrimos

(En una vuelta de tuerca)

Títeres presumidos

Somos


Para la nada

Somos

miércoles, enero 23, 2008

NO SERÁS DE AQUÍ


A LA HORA DEL SILO

CUANDO TENGA LA MUERTE UN RELOJ SIN MANILLAS

A LA HORA DE LA GRAN LUPA

CUANDO TENGA LA MUERTE UN CELULAR EXTINGUIDO

A LA HORA DEL VERDUGO

CUANDO EL BARRO ES VIDRIO

Y EL VIDRIO CARRETERA DE GOLPES TRASTORNADOS

EL FUEGO

COMO UN BESO DE SANGRE

COMO UN PÁJARO ESTÁTICO

ARDE

AHOGADO EN VÍSCERAS PIZCAS

AHOGADO EN OBSCENA NOCHE

DE ESTIÉRCOL BAÑADA

COMPLETA Y SOLA

RABIOSAMENTE BAÑADA

TAMAÑOS LABERINTOS ESTE TRÁNSITO

EN EL GRAN LIBRO Y EN TODOS LOS LIBROS

LA CARNE LEE LAMENTOS

EN TODOS LOS PAPELES Y EN TODAS LAS CREDENCIALES

A LA HORA DEL VERDUGO

PERMANECE SIN LLAVES

VESTIDA DE GEMIDOS

A LA HORA DE

A LA HORA

lunes, enero 21, 2008

Porque este lunes es de sombras

Lunes 21 de enero de 2008


Ahí

Mi madre en brazos de Morfeo

Mi madre en el sopor del alcaloide

Mi madre huyendo del cardo y del seol

Aquí

Embutida en Clonapam

Una hija sin hojas

Una hija de sauce

A la espera del último suspiro

Tus dientes ruegan calma

Y cavas una roca en mis puños

Yo

Camino por la casa descalza

Camino descalza y desnuda

Camino como un absurdo maniquí

Y me diluyo

En la raíz del último suspiro

Con el miedo terrible

de no escuchar

La última palabra

miércoles, enero 16, 2008

Homenaje en Universidad de Concepción- Lunes 14 Enero 2008

A GABRIELA

“amo las cosas que nunca tuve con las otras que ya no tengo” (Tala)

TODO LO HACES TÚ - FLOR DEL AIRE

Y CANTAS TALADA EN TERNURA -BAILARINA DESOLADA

Y CON OJOS LAGAR TODO LO ABARCAS

Y TOCAS HUEMUL Y CIERVO

CON TU RUDA MANÍA DE LUGAR NATAL

EXTRANJERA Y CONTADORA Y MENUDA

MADRE YACENTE* - MADRE QUE ANDA* - (*PAÍS DE LA AUSENCIA TU ESPÍRITU TAÑE)

LO DIJISTE:

ES AMARGO REZAR*

OYENDO EL LUTO DEL HOMBRE

HINCAR BANDERAS DE NORTE A SUR

TU LENGUA JADEANTE DE ARAUCARIA

GEMIDA DE COPIHUE AMANECIDA DE SAUCE Y METAL

CANTA “el asombro del amor acabó con los asombros”

*LOCA MUJER : en TU PUÑO LLAMARADA es LA GRACIA QUE HABLA

TODO LO HACES TU *NIEVE DURA-NIEVE TIERNA

*VESTIDA DE CABELLERA BEBES MI SANGRE

Y SOY –Y SOY - Y SOY

EL VASO QUE LANZAS

SOY

domingo, diciembre 23, 2007

MASTODONTE



Precisamente aquí

Precisamente

Comamos este pan

Bebamos

Este té Esta cerveza

Lo sabes

Soy Orlando y soy poeta

Luego de Las olas

Luego de La muertera

Un cigarrillo viene bien

-quiero creer- elucubro

Si supiera cual es la fuente de las cosas

Si supiera cual es la razón de los acontecimientos

De seguro no habría viajado

Para comer este pan

Para beber esta royal

En la penumbra del humo y la colilla

Luego de la palabra y la equidad del ejercicio

Luego de la charla con salsa y onda disco

Qué se yo

Qué te digo

Si traspapelo las ideas

En una servilleta

En la penumbra del humo y la colilla

Para decir

Precisamente NADA respecto a Quién

Luego de Las Olas

Y de La Muertera

Como si la antología del encuentro

Des-cubierto en-cubierto

Como si el anexo de este libro

Pudiera escribirse

Pudiera

REMEMBRANZA



( a Valparaíso)


Navega un verso

En tus labios

Me observa La belleza

En tu vuelo hay más de una soledad

Te visita Te acompaña

LA BELLEZA


Nace

Sé que no estás

No estás

No estás más


ES UN ALA QUE te evoca

La BeLLeZa


Exactamente


EN EL BORDE LATERAL

DE MI HOMBRO

EN LA SUPERFICIE TERRESTRE

De mi barrio


SÉ QUE NO ESTÁS

NO ESTÁS


La BeLLeZa

Es una mirada de tu vuelo


En mi labio que navega

lunes, octubre 22, 2007

Etica y Poesía

Juan Domingo Arguelles

Si quisiéramos plantearnos una disyuntiva realista, pese a todas las dificultades que conlleva una respuesta concluyente, ¿qué sería menos malo: un mal poeta que es “buenísima persona” o un excelente poeta que es “malísima persona”?

En cuestiones de ética y de estética, según lo que nos convenga, los poetas y, en general, los escritores, nunca logramos un acuerdo. En realidad, esto ocurre con la mayor parte de la gente que compone eso que se ha dado en llamar el medio literario, a la cual algo le va en esta disyuntiva que no por ser un tanto equívoca deja de ser bastante decisiva para los lectores y para el poeta mismo.

Hay quienes sostienen que la literatura no tiene nada que ver con la ética, mucho menos con la moral; que todo el asunto se reduce a que una obra esté bien o mal escrita. Siendo así, el asunto se vuelve en extremo descarnado. ¿Cómo desinteresarse de la moral en aras o en nombre de la literatura, como si de una abstracción se tratara? Si las cosas que hacemos contienen, de alguna manera, nuestro espíritu, contendrán asimismo nuestros gustos, preferencias y convencimientos, incluidos nuestros conceptos éticos o amorales y, posiblemente, incluso inmorales. El asunto entonces no parece tan simple, antes por el contrario es extremadamente complejo.

En una deducción lógica no exenta de justicia poética, podríamos casi alcanzar la certeza de que ningún libro puede ser mejor que quien lo escribió, pues en un libro un autor incluye no solamente sus convicciones, emociones e ideas, sino en general, su espíritu, que ha de abarcar por fuerza sus defectos, flaquezas y acaso sus mezquindades. Es obvio que la poesía no es en ningún modo ajena al ser humano que la produce.

Creer en la escritura únicamente como un lujoso artificio es por lo menos una curiosa ingenuidad. El gran Ramón Gaya lo dice del modo más lúcido y menos rebatible: “el arte y la vida no son dos cosas, sino una”, y en este sentido, dicho también por Gaya, un libro no es un “lugar de trabajo”, sino de vida. El poeta escribe un libro y, al mismo tiempo, refleja su existencia en ese libro: sobre esas páginas que nunca son abstractas, que siempre son concretas, vivas, palpitantes, si son auténticas, verdaderas.

Jugar a escribir poesía puede ser un pasatiempo bastante divertido y nada censurable, pero la poesía no es únicamente juego y, casi por lo general, nunca es sólo un juego. Eloy Sánchez Rosillo lo dice de modo extraordinario: “La poesía no debe adelgazar hasta caer en la anorexia y quedarse en los puros huesos, como en la época de la poesía pura o en los minimalismos, misticismos de pacotilla y demás ocurrencias macrobióticas actuales. Hay que dejar sobre el papel al ser vivo completo, a la criatura entera, y no sólo el esqueleto de la criatura.”

Si la poesía es, ante todo, creación, esa creación incluye al ser humano completo. Por ello, la verdadera poesía siempre tendrá en su ímpetu esa ética, esa moral que no puede ocultar jamás la auténtica realidad de su creador. Hay quienes arguyen sin más que la literatura no es moral y que, por tanto, no vale la pena traer a cuento la presunta bondad personal de un escritor, sino que lo fundamental es que nos mejore con su obra artística, que siempre será más importante, para la humanidad, que su buen comportamiento. Sin embargo, el “buen comportamiento” (sea cual fuere, desde un punto de vista obvio) también exige una estética poética. Por muy gran poeta que sea un canalla, será siempre menos poeta en tanto más canalla sea.

Desde luego, el problema sigue siendo el mismo, tanto para la ética como para la estética: ¿nos mejora, es decir mejora a la humanidad, un gran poeta que es malísima persona? O bien, preguntado de otro modo: ¿cómo una malísima persona puede ser, a la vez, un gran poeta que mejore a la humanidad? ¿Es esto siquiera posible? En el ámbito de la filosofía, muchos son los que han abordado este problema, y muchos más serán los que prolonguen este abordamiento, pero en el ámbito de la poesía misma el problema está casi zanjado con las palabras de Jaime Sabines: “¿De qué sirven los poetas? Sirven, como en el mito se Sísifo, para subir la roca que ha de caerse, para sacar la flor de las cenizas, para arrojar del corazón del hombre el desencanto.”

Releído lo anterior, es obvio que ningún canalla puede ser el gran poeta que saque la flor de las cenizas y sea capaz de arrojar del corazón del hombre el desencanto.

viernes, octubre 19, 2007

Filosofía y Poesía

COMO “ENFERMEDADES DEL LENGUAJE”

Vicente Fatone



La palabra define al hombre. En su ejercicio se cumple la condición humana: el hombre es el que habla, el hombre es el que nombra. Tal vez porque comprendió su propio privilegio, el hombre quiso que los dioses creasen el mundo por la magia de su palabra. Hablar es crear: el hombre, como los dioses, crea porque habla. Pero ejercicios de la palabra son tanto la filosofía como la poesía. La disputa, ya antigua en tiempos de Sócrates, entre filosofía y poesía es una disputa acerca de cuál de ellas es la depositaria de la palabra y constituye su ejercicio original. (Original en el sentido de lo que da origen; o, más precisamente, de lo que hace que el hombre sea hombre, o que el hombre sea.)

No ha de extrañar, pues, que la antigua querella entre filosofía y poesía cobre la forma de una disputa acerca de lo que las une: la palabra, que Hölderlin, poeta, definió casi como un filósofo al llamarla "el más peligroso de los bienes", y que Platón, filósofo, definió casi como un poeta al llamarla "el más hermoso de los ríos".
Pero quienes, por no ser ni poetas ni filósofos, contemplan desde fuera a la poesía y a la filosofía, han llegado a preguntarse si el uso que una y otra hacen de la palabra, si el lenguaje con que intentan traducir experiencias que no son las cotidianas, no constituyen como una aberración. De la filosofía, muchas veces se ha dicho que es una enfermedad. La actitud romántica, que en general es de desprecio hacia la filosofía, se ha complacido en expresiones de ese tipo. Bastaría recordar la afirmación de Rousseau -en tantos sentidos padre o patrono del romanticis­mo-: "El hombre que medita es un animal depravado". Lo que tantas veces ha enorgullecido al hombre –su capacidad de perseguir en el juego del pensamiento las formas más elevadas del espíritu -era, así, objeto de vituperio. Meditar es descender por debajo del nivel de las bestias; perder, según los cultores de la vuelta a la naturaleza, hasta la dignidad que tienen los animales sanos. Pero otros, sin ser románticos, han adoptado la misma actitud. Janet (1) llegó a confesar, sinceramente: "Yo no sé si la filosofía no es una enfermedad del espíritu". La filosofía no quedaba con eso condenada como en Rousseau: no era ya cosa de animales depravados; era, por lo menos, cosa del espíritu enfermo. Nietzsche, en quien culminan tantos aspectos del romanticismo exaltador del instinto, volvió sobre el tema de la enfermedad. Su condena no va dirigida a toda la filosofía; pero sí a una de sus formas, a la que muchos, a través de los siglos, han considerado la más elevada: la filosofía platónica. Nietzs­che no era médico; sin embargo, por una vez se sintió mal. "Podemos preguntarnos, como médicos", dice en Más allá del bien y del mal, "de dónde procede esta enfermedad nacida en el más bello producto de la antigüedad: en Platón". Más precisa­mente, se refería a la doctrina platónica de las ideas eternas y, más precisamente aún, a su concepción del bien como bien en sí, del que los bienes particulares no son más que participaciones. A todos ellos puede unirse Hölderlin, el gran poeta romántico alemán. Para Hölderlin, la filosofía era un refugio de enfermos. No les quitaba su condición de enfermos el que se tratase de poetas; no les quitaba su condición de enfermos el que no se avergonzasen de su enfermedad. Lo que Hölderlin dijo fue: "El poeta enfermo tendrá siempre un refugio al que podrá recurrir sin avergonzarse: la filosofía".
Los hombres del Círculo de Viena (2) que desde hace algunas décadas llevan sus ataques a la filosofía tradicional declarando que todos sus problemas son falsos problemas, han dicho expresamente que la metafísica es una enfermedad del lenguaje. Como la filosofía tradicional quiso ser, ante todo, metafísica -planteo y solución de los problemas últimos-, los hombres del Círculo de Viena quisieron, con su frase, invalidar toda la filosofía.

La metafísica es la historia de las frases sin sentido en las cuales el hombre ha creído, sin embargo, encontrar el sentido último y más profundo de la realidad. "La esencia de la nada": he aquí un conjunto de palabras sin sentido, que parece plantear un problema grave y difícil. Pero ¿no bastaría proceder fríamente ante esas palabras, para descubrir su falta de sentido, o su incoherencia, o su contradicción, descubriendo al mismo tiempo que no son el enunciado ni el planteo de ningún problema? "La esencia de la nada" es un conjunto de palabras donde no es posible hallar más que eso: un conjunto de palabras. Y lo mismo puede decirse de todos esos otros conjuntos de palabras que parecen contener afirmaciones: "Toda la realidad es agua... "(o aire, o fuego, o espíritu, o idea, etcétera).
Cualquiera de esos conjuntos de palabras -dice Carnap, representante típico de aquel Círculo de Viena- carece de contenido teorético. Todas esas afirmaciones parecen afirmar algo, pero nada afirman. Aparentemente afirman algo, porque son palabras que provocan, en quien las escucha, pensamien­tos, como provocan imágenes. Pero eso no basta para que las consideremos afirmaciones, es decir, para que les reconozcamos contenido teorético. Un conjunto de palabras tiene contenido teorético cuando enuncia algo, cuando indica una situación; y, en última instancia, cuando de ese conjunto de palabras puede hacerse derivar algo que en una u otra forma corresponda a una percepción y nos conduzca a las cosas mismas. Las proposiciones metafísicas sin posibilidad alguna de conducirnos a las cosas (¿a qué "cosa" habría de conducirnos aquella "nada" por cuya esencia preguntamos?) tienen que ser descartadas de la filosofía. Carnap entiende, a la manera positivista, por proposiciones metafísicas, "las que pretenden representar el conocimiento de algo que está por encima o más allá de la experiencia". Todo lo que sea averiguación de esencias, de cosas en sí, de lo absoluto, es metafísica, y, por ello, no es filosofía.
De la misma manera, tienen que ser eliminadas de la filosofía las proposiciones de la ética. Sea la proposición ética "Matar es un mal". Aparentemente, nos hallamos ante una proposición que afirma algo. Pero no afirma nada, no se refiere a ninguna situación; no indica ningún hecho, de ninguna naturaleza. De lo que se trata, en ésa y en todas las proposiciones de la ética, es de expresiones de deseo, o de órdenes disimuladas. Los llamados juicios de valor se traducen mediante conjuntos de palabras que tienen la forma de los conjuntos de palabras mediante los cuales afirmamos algo, pero no son afirmaciones, pues carecen de contenido teorético.
Prosiguiendo de esta manera su análisis, Carnap llega a la condena de toda la filosofía. Él mismo no quiere ser filósofo, y declara rechazar todas las llamadas tesis filosóficas. “El Círculo de Viena”, decía en la introducción de su trabajo The Unity of Science, “no practica la filosofía... No somos una escuela filosófica y no adelantamos tesis filosóficas de ninguna clase". Y agregaba: "Rechazamos todas las cuestiones filosóficas... ya sea de meta­física, de ética o de epistemología". Progresivamente, las cien­cias, que en un principio estaban englobadas bajo la denomina­ción general de filosofía, fueron independizándose. Lo único que aún le queda a la filosofía es la lógica. Basta quitársela para dejarla constituyendo una confusión de falsos problemas.
Todas las proposiciones metafísicas, éticas, epistemológicas deben ser condenadas en virtud de que son conjuntos de pala­bras que no representan nada, aunque expresen algo. Un gesto, un movimiento, una carcajada, pueden expresar alegría. En ninguno de esos casos diremos que se trata de algo verdadero o falso. Ni el gesto, ni el movimiento, ni la carcajada, son verdaderos ni falsos. Carecen de contenido teorético o representativo. "Estoy alegre" puede, también, expresar mi alegría; pero en este caso las palabras tienen contenido teorético: representan una situación de hecho, y son, por ello, una proposición, verdadera o falsa. "¡Ay!" es una palabra que expresa dolor, pero no representa nada. "Me duele el brazo" es, en cambio, un conjunto de palabras que representa algo. (Esta diferencia entre expresión y representación no es, desde luego, una diferencia descubierta por Carnap. Ya sabíamos que hay conjuntos de palabras que parecen tener contenido teorético y no lo tienen. "¡Venga usted!" carece de contenido teorético, y es sólo expresión de un deseo.). El lenguaje poético sólo tiene valor representativo. Sea un poema cualquiera. Tomemos un ejemplo vulgar: Volverán las golondrinas / de tu balcón sus nidos a colgar. ¿Qué sentido tienen estas palabras del poeta? ¿Se trata de una afirmación, de un anuncio de lo que habrá de suceder en el futuro? ¿Quiere el poeta hacer saber que las golondrinas han de volver a colgar sus nidos en el balcón? No. Acaso el poeta sepa que las golondrinas nunca han colgado sus nidos del balcón al que se refiere; pero se sorprendería si se le dijese que las golondrinas no pueden volver a colgar sus nidos, ya que no los había colgado nunca. O sea que el poeta se sorprendería si se le dijese que lo que en sus versos afirma es falso. El poeta no afirma nada con respecto a ninguna situación; sus palabras no tienen más pretensión que la de expresar algo. Con las proposiciones filosóficas, en general, sucedería lo mismo. No repre­sentan nada; expresan, simplemente, un estado de ánimo, un estado de ánimo, un deseo, una orden, un tipo de temperamento. Las proposiciones filosóficas están, como la poesía, fuera del campo del conocimiento. Son, dice Carnap, "como la risa, como la música, como la lírica", simplemente expresivas. La diferencia de las propo­siciones filosóficas con respecto a las poéticas reside en que éstas expresan estados emocionales pasajeros, en tanto aqué­llas suelen expresar disposiciones o tendencias permanentes. Las grandes posiciones filosóficas no son sino expresiones, y nada más que expresiones. Por ejemplo: el monismo metafísico es la expresión de un modo de vida "apacible y armonioso"; el dualismo, expresión del estado emocional de quien vive la vida como una lucha continua; el realismo, expresión de los extro­vertidos, que se caracterizan por la facilidad con que establecen relaciones entre las cosas y los hombres; el idealismo, expresión de los introvertidos, que establecen relaciones entre sus propios elementos subjetivos, o entre personas, como saltando o que­riendo saltar por encima de las cosas.
Metafísica y lírica tendrían esa semejanza que en vano pretenderán disimular los filósofos: las dos carecen de contenido teorético. Y hay entre ellas una diferencia. Es ésta: la metafísica parece poseer contenido teorético; la poesía, no. Por eso se engaña el lector de libros de metafísica, y se engaña también el autor. Los poetas ni se engañan ni quieren engañar. Un poeta no declara falsos los versos ajenos; los declara, simplemente, malos. El metafísico debería hacer lo mismos con las proposi­ciones ajenas; pero, como se engaña con respecto al contenido teorético de sus propias proposiciones, y las cree verdaderas, declara falsas las ajenas. Y por eso los metafísicos entablan discusiones inútiles, que se vienen prolongando a través de los siglos. Esto -atenúa Carnap- no significa negar todo valor a la metafísica. Lo tiene, como lo tiene la poesía. Lo que hay que señalar es el aspecto engañoso de la metafísica: su pretensión de aparecer como lo que no es. La metafísica nos engaña porque nos da la ilusión del conocimiento, sin damos conocimiento alguno. Y eso se debe exclusivamente a su lenguaje. La filosofía es una enfermedad del lenguaje, que consiste en confundir la función expresiva con la representativa. Por eso el Círculo de Viena comenzó declarando que el único método de la filosofía es el análisis de la estructura formal del lenguaje, o sea, la sintaxis lógica, que aspira a inmunizamos contra aquella enfermedad.

Podríamos decir que, según esta posición de Carnap y de los hombres del Círculo de Viena, a diferencia de monsieur Jour­dan, que hacía prosa sin saberlo, los filósofos hacen, sin saberlo, poesía. Si no todos, muchos filósofos pueden ser leídos con el mismo espíritu con que se lee a los poetas. Lo que interesa al lector no es, en muchos casos, el contenido teorético de esos filósofos. Platón tiene una presencia continua, como la de Dante o Shakespeare, no afectada por los progresos que los filósofos posteriores hayan logrado en el esclarecimiento de sus mismos problemas. El poeta Shelley no leía y traducía a Platón con espíritu de estudiante de filosofía, o de profesor de filosofía, o de filósofo. No hay ningún gran filósofo "superado", como hay, en cambio, grandes hombres de ciencia superados y a quienes no se vuelve sino por preocupaciones históricas. Podemos, debemos, atenernos a la ciencia actual: su contenido teorético ha superado al de la ciencia pasada. Pero no podemos, no debemos atenemos a la filosofía actual, como no podemos ni debemos atenemos a la poesía actual. Esa "presencia" de los grandes sistemas acerca, también, la filosofía a la poesía. El poeta actual vive de la experiencia poética pasada, como vive de la experiencia filosófica pasada el filósofo actual. El hombre de ciencia puede, en cambio -aunque, naturalmente, dependa de, por ejemplo, Euclides, o de Copémico-, prescindir de ellos en el sentido de no necesitar volver a ellos como fuente original.
También de la poesía se ha dicho que es una enfermedad del lenguaje. Investigando el origen de la supuesta capacidad creadora de los mitos, que fue función de la poesía desde sus comienzos, Max Muller (3) el gran indianista, sostuvo eso.
Los primeros poetas fueron poetas por su incapacidad para hacer prosa. A esto puede reducirse la posición de Max Muller. ¿Qué podía decir, por ejemplo, de la voz del viento, un poeta de los tiempos védicos? Todo lo que podía decir era que "mugía". El viento muge... He ahí una prosa impotente. Quien muge es el toro. El poeta no tiene palabra para esa otra voz que es la del viento. Le aplica, simplemente, una palabra ya usada; no es capaz de crear otra. Cuando dice que el viento muge, y cuando agrega que brama, y cuando sigue agregando que solloza, acumula palabras inadecuadas, por su impotencia para hallar la palabra justa para el hecho nuevo. El viento muge, pero no es un toro. Allí está el sencillo secreto de la poesía en sus orígenes. Y el poeta védico tiene conciencia de su incapacidad, pues "muge, no toro" es la forma que da a su expresión. De ella pasará luego a la denominación de "toro" para el viento. (El viento muge como un toro... El toro del viento.... El toro.)
Un proceso de ese tipo nos habría llevado al mito y a la poesía. Quienes no estén en el secreto del proceso podrán no entender ya al poeta. Éste seguirá hablando del toro, sin mencionar al viento... Y todos sabemos que el hermetismo de ciertos poetas se cifra en un procedimiento de este tipo. El poeta ingenuo seguirá escribiendo, a través de los siglos: "El viento muge como un toro... ". Diremos, entonces, que se trata de una "comparación". El poeta avezado y ducho dejará de nombrar al viento, y no tendrá necesidad del "como"... Dirá solamente "toro".
'Toro": ese nombre falso, puesto al viento, creó un mito, por obra de la llamada "poesía". Nomina, numina. Los nombres han hecho a los dioses. El dios "toro" no es sino un falso apelativo.
La poesía habría sido, en sus orígenes, una prosa impotente. Para Max Muller la poesía es algo así como, si se me permite la expresión, un prejuicio de la posteridad. "Poesía para nosotros", dice, "prosa para ellos. Lo que tomamos por imágenes de la fantasía procedía más frecuentemente de la impotencia para comprender el mundo circundante, y de la pobreza del lenguaje para nombrar la cosas, que del deseo artístico de sorprender y maravillar al oyente".
Prescindamos de las palabras finales, que revelan una interpretación ingenua de la aspiración del poeta, y atengámonos a las primeras afirmaciones. Esos hombres, impotentes en el uso del lenguaje, no creían, como nosotros suponemos, en lo que llamamos sus mitos. No creían que el viento era un toro, como nunca creyeron los poetas, a través de los siglos, a pesar de su insistencia en describirlo, en el carro del sol y sus corceles. Yo diría que ahora, a diferencia también de monsieur Jourdan, estos poetas primitivos hacían prosa, pero sabiéndolo. Con esta variante: que, también, sabiéndolo, hacían mala prosa.
La filosofía es una enfermedad del lenguaje. La poesía es una enfermedad del lenguaje. Carnap, hombre preocupado por el porvenir de la filosofía, hace a ésta la misma crítica que a la poesía hizo Max Muller, hombre preocupado por el pasado de la poesía. Para Carnap, la filosofía es, podríamos decir, una simulación de la prosa. La función de la prosa en sentido estricto es la de indicar algo, decir cómo algo es, o qué es. Los filósofos, que parecen preocupados por decimos cómo son o qué son las cosas, se limitan a expresarnos cómo son o qué son ellos. Para Max Muller, la poesía es una prosa impotente. La impotencia puede ser reconocida por quien la padece; por eso los poetas védicos habrían estado dispuestos a reconocer que su llamada "poesía" no era sino prosa, y mala prosa. Pero la simulación no puede confesarse: los filósofos querrán siempre hacemos creer que su poesía es prosa y buena prosa.
Max Muller y Carnap coinciden, aunque sus preocupaciones sean totalmente diferentes, y sin que el primero haya influido en el segundo, en señalar lo mismo: mala prosa; enfermedad del lenguaje. Nos hallamos de nuevo, aunque ahora en la querella no intervienen las partes interesadas, con la situación anterior: la acusación que se hace contra la filosofía es la misma que se hace contra la poesía. Digo "contra" en el sentido de que en este caso se niega a la filosofía, o a la poesía, lo que tanto la una como la otra creen ser. Ni los filósofos ni los poetas serían depositarios de la palabra. Y los filósofos y los poetas se han considerado a sí mismos, sin embargo, eso: auténticos depositarios de la palabra.
Pero, si procedemos con más cautela, veremos que Max Muller y Carnap dejan intacto el problema. Ambos suponen que hay un lenguaje dado: y que hay también una actividad dada, que es la del lenguaje mismo. La filosofía y la poesía no serían sino usos de ese lenguaje; ejercicios, imperfectos o deficientes, de esa actividad ya dada. Pero ¿no podríamos preguntarnos por la posibilidad misma de ese lenguaje?, no podríamos pregun­tarnos ¿cómo es que es posible ese lenguaje? De otra manera: ¿filosofa y poetiza el hombre porque dispone del lenguaje, o dispone del lenguaje porque filosofa y poetiza? Cuando filósofos y poetas se han considerado depositarios de la palabra, ¿quisieron simplemente disputarse su uso "original", o quisieron, más bien, expresar que ningún lenguaje puede surgir si no es por la naturaleza filosófica o poética del hombre?

Notas

(1) Pierre Janet (1859-1947). Neurólogo y psicólo grancés cuyas investigaciones dieron un impulso vigoroso al estudio de la neurosis, la piscología de las conductas y la psicopatología social, profesor en la Sorbona y el Colegio de Francia. ha escrito dos tesis doctorales famosas: El automatismo psicológico y El estado mental de los histéricos.

(2) El Círculo de Viena, hogar del neopositivismo lógico, se manifestó en público en 1929 surgido de un seminario de Moritz Schlick, quien trata de fundar una epistemología rigurosa basada en los análisis de científicos como Mach, Helmholtz y Poincaré. El trabajo de publicación del grupo (Otto Neurath, Hans Hahn, Víctor Kraft, Charles Morris, Rudolph Carnap y otros) se continuó en Estados Unidos mediante la publicación de la revista Enciclopedia Internacional de la Ciencia Unificada, editada desde 1938.

(3) F.Max Muller (1823-1900): Estudioso alemán de las religiones, uno de los creadores de la historia comparada de las religiones; su concepción evolucionista del hecho religioso lo llevó, entre otras ideas, a crear el neologismo "henoteísmO" (un dios), por oposición a "politeísmo". Entre sus obras mayores figuran el libro La ciencia de la religión y haber sido el editor de la imponente colección "Los libros sagrados de Oriente", publicada por la Universidad de Oxford desde el siglo XIX.

de: Filosofía y Poesía, Vicente Fatone, Secretaría de Cultura de la Nación Argentina y Editorial Biblos, Buenos Aires, 1994.

Comentarios

No hay necesidad de templos, no hay necesidad de filosofías complicadas. Nuestro propio cerebro, nuestro propio corazón, es nuestro templo. Mi filosofía es la bondad. Dalai Lama

seres humanos

Los seres humanos no nacen
para siempre el día en que sus
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sino que la vida los obliga
a parirse a sí mismos una y otra vez.

Gabriel García Márquez (1927-?)


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