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Comentarios literarios

martes, diciembre 16, 2014

Poema Char

CHAR

¿Acaso te he condenado?
Es cierto, invade la tristeza
Tanta mentira
Tanto sueño desvanecido
Vasijas desplomadas
Tantos años ahogados 
Como un mar muerto
Que no dispensa misericordia
Por la frustración
Por las copas rotas
Por la sima inconclusa
Las piernas cansadas
La inocencia despavorida
¿Acaso te he condenado?
Serás tú quién muerda las horas
Serás tú el preso constante
El dueño de castillos 
de barro sempiterno
En la violenta senectud
El horror del error.

miércoles, diciembre 10, 2014

Poema 2014

2014

Ya no intento escribir el paraíso
Hablo al viento
No pido perdón
Me oculto tras las piedras
Huyo y  rehuyo
Los otros, esos otros
Pueden empezar a perdonar
Mi juego con las lagartijas
Mis ojos ocultos tras las ventanas
Tras las paredes o mi estructura
Rodando con puestas de sol
Los brazos remando a contra corriente
Sobre el fuego del desierto
Y mi sombra huyendo
de los dragones

Y los reyes de la centuria.

sábado, diciembre 06, 2014

Se

Se

No seas efímera
No me desanimes
No seas flor marchita

Tenme en el solitario risco sombrío
Tenme en el lago perdido sin nombre
Escucha la voz de los dioses
En voz alta enuncian nuestros nombres
Que no te toquen los pájaros enfermos
Que no te toque la sombría mañana del
Náufrago
Que no te toque

Y por Dios, por Dios que no te alcance.

Un poema


Por ella

Todo es un delirio
Los pájaros cantan en la ventana
Crece la planta en la puerta acurrucada
El gato lame su panza y sus frágiles garras
El canto agita el dintel
El sol ríe en las hebras del cielo
El agua en el cántaro flota bajo el viento

Pájaro eres
Planta eres
Gata eres
Canto
Sol
Agua
Bajo esta tormenta
Bajo esta lluvia
Todo eres
Y  el mundo un delirio.


 (Ingrid Odgers, Diciembre de 2014)

Victoria



Saliste de las flores
Había sal en tus manos
De tu boca salía una muchedumbre
De olas  celestes
Y tu mirada lanzaba dardos de soles
Empapados de tréboles
Tus lágrimas eran sonrisas de margarita
Tus pupilas flotaban en el mar calmo

Alma principal de todas las cosas…

No pude tolerar el abismo citadino
El ceño fruncido de las calles
La aglomeración del ocio embravecido
(En las vidrieras)
Yo deseé un orbe vacío
Un esqueleto en cenizas
Hojas barridas por la tormenta
El techo de un rascacielos
La luz inerme de la noche
Tal vez una isla o un oasis
En algún lugar del universo
Todo
Absolutamente todo
Para volver a encontrarte
Y arder en la niebla del ocaso.

(Ingrid odgers. Diciembre de 2014)

Poema

LA MISIÓN

Viajen
Al solitario
Al triste
Al esclavo del canon y las reglas
Al oprimido del mercado
Al abrumado sujeto del marketing
Al agobiado de las 12 horas
Al peso de los turnos 10x10
A la mujer de las 24 horas
Al incierto paso del hombre


Viajen
Hacia las lenguas muertas
Con el océano Pacífico
Con el Ártico
(o con los hielos del sur perdidos entre islas)
Y cachalotes
Y resuene su ritmo en las gargantas
Hinchadas de llanto
Y retumbe su grito
En la médula
En la carne y sangre seca
Por el hálito inmundo de la atmósfera
El espacio y el clima

Viajen
Hacia los zombies de todas las regiones
Hacia los pájaros paralizados en los cables
Adéntrense en el refugio de los topos
Cuélguense en las arterias de la gran ciudad
Registren el tedio, la vacuidad de los pueblos
Asómense por los lodazales de las periferias
Refriéguense contra los concretos calcinados
Átense a las manos valerosas
Viajen. Circulen. Transiten.
Con labio afable
Anhelen el bienestar y la armonía

Viajen versos, viajen libres.
Combatan. Batallen. Peleen.
Contra todo cautiverio.
Contra toda imposición.

(Ingrid Odgers -6 diciembre de 2014)




viernes, octubre 24, 2014

Presentación de la Novela De tu sangre cautiva- editorial Segismundo - Juan Carlos Barroux







FRAGMENTO DE NOVELA DE TU SANGRE CAUTIVA

SATURADA

Hablo de un hombre como si fuera un héroe. No lo es, obvio. No puedo puntualizar en forma exacta lo que significa encontrármelo después de treinta años. Treinta años no es poco. Toda una vida. Isabel rememora su pasado, los recuerdos de años de matrimonio frustrado endurecen la expresión afable que la caracteriza. Sanar el olvido de sus hijos ha sido casi imposible. Las navidades son de angustia y desolación. Ni hablar de los años nuevos, la semana más larga es la última y  fatídica de diciembre. Una extraña mezcla de dolor, frustración e impotencia ejecutan un cortocircuito, como su cumpleaños con la casa vacía y el incienso con las velas aromáticas coreando lánguidos el veloz e indeseable paso de los años. Camino por la orilla de la playa y recojo una que otra concha rezagada por los visitantes, aspiro hasta saciarme el aire, intento capturar la energía que emana del pacífico. Un hombre camina por la orilla de la playa con la cabeza gacha y los brazos extendidos hacia la arena, lleva un bulto en su espalda que no alcanzo a distinguir. Las algas han arrancado del mar y el paraje huele a mujer insatisfecha abandonada por su amante. Todos se han retirado a vivir la noche con quienes desean y es que la fecha es propicia para experimentar momentos de unión. El gentío alborotado con los preparativos de fin año ha abandonado temprano la  bahía y subsisten cerca unos perros chabacanos, correteando  en la arena. Son las nueve de la noche.  El rumor alado del silencio se acentúa con la llegada del ocaso de este treinta y uno de diciembre. Quietud y nostalgia. Me siento en la arena. Alejo al dúo de canes de pelos negruzcos y pintas café con una piedra húmeda y plomiza. El aroma del mar me alcanza envolviéndome en los pliegues de su sal volatilizada. Pedro no está. Viajó a pasar las fiestas con sus hijos y tal vez con Sandra. Mis hijos no llamaron y mi futuro próximo será ir a la cama con un buen libro, el de Donoso o Bolaño, después de comer unas papas mayo con un trozo de carne. Cualquier otra acción dependerá del ánimo o nuevamente del azar. Como todo en  mi vida. Arrojo la colilla y me levanto protegiéndome con el cuello de la casaca y tomo el bolso para regresar a mi cueva. Se acerca un nuevo año y el yermo se acrecienta. La falta de familia sumada a la ausencia del fiel Pedro es un arpón que me lleva por los cabos de una fluctuación que no  quiere sucumbir. No he podido concluir mi relato que espero a estas alturas, ver convertido en novela. Repentinamente, la trama se ha desarticulado en estos días y los detalles se han convertido en una maraña espinosa. La literatura como un picaflor fastidiado de revolotear por mi metro cuadrado se eleva lejos de mi balcón. El ritmo febril del compromiso remunerado al cierre del año  ha chapoteado una devoción a la que no quiero renunciar. La importancia de vaciar al ojo ávido y de borronear. La cámara de  la auto conservación. Detengo un bus Ruta las playas y emprendo el viaje a casa. Las calles están habitadas por múltiples luces y uno que otro auto, las ventanas de los departamentos, la mayoría con guirnaldas iluminadas avistando la calzada desde sus ventanas. Son las once pasadas al encender la luz de mi refugio. El silencio es total. A las doce, el estallido de los juegos artificiales rompió la velada somnolienta y desaborida.  Recordé a Pedro. Encendí un cigarrillo y busqué una cerveza en el refrigerador. Feliz año nuevo Isabel, dije en voz inusualmente mordaz y un nudo desatado por la ironía (tal vez contagiada por Pedro), chorreó angustia por las paredes y en la luz que descendía sobre mi figura estática, devastada. Unas lágrimas lucharon por no agrietar el semblante. Las contuve. Estaban demás. Tengo que ser enérgica, no puedo derrumbarme y bebí el resto del líquido para arrancar el sable incisivo de la congoja, en medio de la masa amorfa en que se convirtió la noche del año nuevo. La noche penquista puso su manto sobre los hombros de Isabel. De improviso sintió el amparo de la ciudad. Respiró profundo.


Isabel escribe tenaz sin importar horario ni comida, está poseída por la obsesión, lo sabe y no piensa ni desea alejarla de su nuca, de su sangre, de sus vértebras. Hasta aquí, incomunicada de su familia, lejos de sus hijos, el consuelo para Isabel ha sido tener la convicción que será la escritura la que le permitirá salir de años inmersa en el círculo de la resignación (de vivir como oveja, según sus propias palabras), para establecer la irreverencia comprometida de una mujer ante la sensibilidad adormecida que la arrebató por años de la plenitud.  Como toda convicción, conserva su vigencia en el tiempo  y en ella ha sido estimulada por su encuentro con Pedro, quien ha sido un buen compañero de charla y discusión. Enriquecedor, de todas maneras, prosigue Isabel y sonríe al ver el guiño del cíclope ante el giro del cursor.

Comentarios

No hay necesidad de templos, no hay necesidad de filosofías complicadas. Nuestro propio cerebro, nuestro propio corazón, es nuestro templo. Mi filosofía es la bondad. Dalai Lama

seres humanos

Los seres humanos no nacen
para siempre el día en que sus
madres los alumbran,
sino que la vida los obliga
a parirse a sí mismos una y otra vez.

Gabriel García Márquez (1927-?)


Porque escribí